Desde el 7 de octubre han muerto al menos 1400 israelíes y más de 3800 palestinos[1].
El precio de esta escalada de violencia sin precedentes entre Israel y Gaza lo está pagando la población civil, mientras la UE sigue sin exigir el cese de las hostilidades. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y otras autoridades han expresado su solidaridad sin reservas con Israel, pero no han dicho nada de los crímenes internacionales cometidos en Gaza[2]. Esto equivale a que la UE le dé carta blanca a Israel para violar la legislación internacional.
La UE se fundó sobre un compromiso con la paz y sus dirigentes deben exigir a los demás países el cumplimiento del derecho internacional y la protección de la población civil. Nuestras autoridades deben denunciar el bombardeo indiscriminado de civiles y zonas residenciales.
El mundo es testigo del silencio de Europa ante el sufrimiento de la población civil de Gaza. Sin embargo, existe un deseo de cambio en la diplomacia europea y en ciertos países de la UE, como Irlanda[3].
Europa no puede tener dobles raseros y ha de condenar los crímenes de guerra sin importar dónde ocurran ni quién los cometa. Nuestras autoridades parecen ignorar al pueblo palestino, pero tendrán que escuchar a la ciudadanía europea y a nuestra gran comunidad.